jueves, 5 de noviembre de 2009

OLA ROJA HACIA LA VICTORIA





¡¡OLA ROJA HACIA LA VICTORIA!!

La ola roja volvió a salir. Un colorido río carmín se deslizó por las calles de Chilpancingo y avanzó en busca del desfogue. Y la marcha era catarsis del coraje reprimido. Del grito de los burócratas que pocas veces se atreven a levantar la voz. Una voz multitudinaria que ayer se oyó estruendosa entre los oídos de la ciudadanía y las orejas de los rivales.

Vinieron de Acapulco, Tlapehuala, Teloloapan, Taxco, Tecpan, San Marcos, Copala, Zumpango, Chilapa a eso. A hacerse escuchar. A vitorear al hombre que representa la esperanza, la ilusión de miles de trabajadores que fueron avasallados con el cambio de gobierno.



De la mano lo llevaron. Hombro a hombro caminaron. Paso a paso iniciaron un camino que habrá de terminar el 30 de noviembre en las boletas que se depositarán en urnas que en el ocaso, anunciarán el nombre del triunfador.
Ahí están. Miles con Héctor Acevedo. Avanzando en línea recta. Hacia la cima. Sorteando obstáculos para llegar a la cresta de esa empinada que lleva a San Mateo.
Y las mujeres costeñas demuestran su fulgor. La matraca traca traca, es acompasada por el meneo sensual de una morena acapulqueña, que atiza el fuego de la algarabía. De ese jolgorio en que se convirtió el registro de Acevedo Rivera.
Flanqueado por un grupo de mujeres, Héctor es el lunar blanco entre la multitud. Sin embargo, la sonrisa es la misma de mujeres y hombres que respaldan su proyecto. El proyecto que las bases impulsan desde sus escritorios. Desde sus computadoras: el candidato de los trabajadores.
Es ante miles de trabajadores afiliados al Sindicato Único de Servidores Públicos del Estado de Guerrero (SUSPEG), en que Héctor Acevedo se mueve como pez en el agua. Las damas lo abrazan. Lo apapachan. Le dan calor. Es para volverse loco a esta hora del día. Pero Acevedo se deja querer.

Reunidos bajo el fresco jardín del kiosco capitalino, la gente ya quiere avanzar. La serpiente carmesí está inquieta. Arengan a caminar cuanto antes. “Vamos de una vez a gritarle a Zeferino que ya no creemos en su discurso. Que nos vamos a desquitar con su ahijado al que pretende imponer”, espeta un burócrata refinado que llegó desde la Sección VII, a escondidas de Daniel Bautista, para refrendar su respaldo. “Vienen cien más”, aclara. “Nos negaron el permiso, pero nos escapamos”, se burla.
Como él, hay muchos. Cientos. Miles. Aglutinados. Formando una masa espesa de cuerpos que ya avanza por la explanada hacia la calle Madero. En el café de la esquina, el alcalde capitalino, Héctor Astudillo Flores, departe con periodistas. Fué a contemplar la concurrencia que lleva en brazos a su tocayo, el otro Héctor. Acevedo Rivera. El edil está sorprendido.
Alexis González Mejía, líder del magisterio movilizado a nivel estatal, provoca la ira del oficialismo suspegista al anunciar su adhesión a la campaña de Héctor Acevedo. En una acción sorpresiva, el líder de la Costa Chica, que liderea a más de 2 mil maestros combativos, se ha unido al candidato de las bases. Ahí va, flanqueando al maestro en ciencias, Héctor Acevedo.

Entre el gentío corre el rumor. La consigna de que la contienda, la verdadera disputa será entre dos proyectos: la que representa los intereses patronales o la del compromiso con los trabajadores. “Nosotros vamos con el rojo, con el candidato de las bases”, aclara una guapa maestra que esconde su mirada en los anteojos oscuros de Versace.

Allá, en las instalaciones del SUSPEG, los que se esconden son otros. Luis Román Miranda, actual secretario general, observa sigilosamente el arribo del contingente. Se mira nervioso. Analítico del escenario. Concluye que efectivamente, sólo habrá dos aspirantes. En la carrera polarizada, ya no hay lugar para tres. Así lo hace saber a sus propios acompañantes.
Ya en la cancha techada. Ahí donde los gritos no cesan, Héctor Acevedo se desplaya y afirma que su único compromiso es con los trabajadores “porque no venimos a abandonar a los trabajadores cuando más lo necesitan ni a traicionar nuestros compromisos”.

Ante cientos de damas que dominaron el escenario y a quienes aseguró que su papel será el de garantizar que las conquistas sindicales sigan vigentes, pero sin complacencias ni claudicaciones.

Con el respaldo de las secciones XXIV y XXVII de Acapulco, VII, XX y XXXII de Chilpancingo, sección XII de Zumpango, III de Teloloapan, X de Iguala, V de Chilapa, y muchas más, Héctor Acevedo reiteró que una vez que gane la elección, encabezará un sindicato defensor de las conquistas sindicales y no habrá cabida para un SUSPEG “agachón” que se haga de la vista gorda cuando se trate de arrebatar los logros históricos, permitiendo que los patrones conviertan en campos de concentración los centros de trabajo.

“Eso es, precisamente, lo que está en juego en el SUSPEG. O elegimos un proyecto, verdaderamente comprometido con los trabajadores, o preferimos, a través del chantaje, el acoso y la intimidación, continuar con un proyecto que sólo proteja los intereses creados de unos cuantos y deje en el desamparo a todos los trabajadores”. La frase arrancó gritos ensordecedores de aprobación.

Dijo ser un trabajador que conoce las necesidades y las demandas de todos los afiliados al SUSPEG, porque él mismo proviene de la clase trabajadora que ha luchado por mejorar el estilo de vida de los más de 22 mil afiliados suspegistas.

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